sábado, 10 de noviembre de 2012

Voltaire, origen del “antisemitismo” europeo, según los judíos


Voltaire, uno de los pensadores más influyentes de la filosofía política europea, dejó para la posteridad algunas consideraciones historicistas acerca del pueblo judío que, como no podía ser de otra forma, han sufrido censura durante decenios en su país de orígen, Francia, así como una renovada campaña de descrédito urdida en los últimos años por el lobby sionista francés, que pretende ver en sus ideas el origen del “antisemitismo europeo”.

Concretamente, el libro que ha molestado al inquisitorial lobby ha sido
Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las Naciones, escrito por Voltaire en 1756. Se trata de un libro monumental, con cientos de páginas en varios volúmenes, que supone la piedra filosofal del poderoso e influyente pensamiento del prócer de las Luces francesas.

En
Essai sur les Mœurs et l'esprit des Nations, Voltaire mantiene que:

1 - La enseñanza cristiana se basa en errores. Por lo tanto, la idea de que todos los hombres son del mismo padre y la misma madre, Adán y Eva, es falsa. Las razas humanas no tienen nada que ver una con otra. Tienen diferentes orígenes.
2 - La religión cristiana es mala desde el principio. Por el hecho de ser una extensión de la religión judía, el credo de una nación odiosa y enemiga de la humanidad. La religión cristiana hereda los defectos del judaísmo.


No es fácil de encontrar el libro original, tan sólo una versión corregida por editores sin escrúpulos que no tuvieron empacho en corregir a un personaje icónico de la cultura francesa moderna. Incluso la biblioteca nacional francesa publica en Internet la versión “retocada” del ensayo (bnf.gallica.fr sitio). Para las citas originales es necesario recurrir a una edición de 1805 (Imprenta Didot), de las que se rescatan aquí algunas.

He aquí algunos pasajes interesantes de Voltaire que merecieron la secular “condena” de tales editores.
"Cuando, hacia el final del siglo XV, se quiso encontrar la fuente de la miseria española, se encontró que los Judíos habían atraída para sí todo el dinero del país a través del comercio y la usura. Se contaban en España más de ciento cincuenta mil hombres de esta nación extranjera tan odiosa como necesaria. (...)
Los Judíos pertenecen abominablemente a todos los pueblos que los han admitido (...).
Pretendimos alarmarnos de la vanidad con que los Judíos se vanagloriaron de haberse establecido en las costas meridionales de este reino mucho antes que los cristianos: es cierto que habían permanecido en Andalucía desde tiempo inmemorial, pero envolvieron esa verdad de fábulas ridículas, como las que siempre ha atesorado este pueblo, cuyas gentes de buen sentido sólo se aplican al negocio, y donde el rabinato se deja para aquellos que no pueden hacer nada mejor. Los rabinos españoles habían escrito mucho para probar que una colonia de Judíos había florecido en esas costas en la época de Salomón, y que la antigua Bética pagaba un tributo a ese tercer rey de Palestina; es muy probable que los fenicios, descubriendo Andalucía, y por fundar colonias, hubieran establecido Judíos para que sirvieran como cortesanos, como servían en todas partes; pero en todo momento los Judíos distorsionaron la verdad con fábulas absurdas. Urdieron falsas medallas, falsas inscripciones; este tipo de artimañas, junto con otras más esenciales con las que se solía acusárseles, contribuyó no poco a su desgracia".

(Volumen 5, página 74-76)
"Si leyéramos la historia de los Judíos escrita por un autor perteneciente a otra nación, nos habría costado creer que hubo una vez un pueblo de fugitivos de Egipto que por orden expresa de Dios sacrificó a siete u ocho pequeñas naciones que no conocía; estranguló sin misericordia a las mujeres, ancianos y niños de pecho, reservando solamente a las niñas pequeñas; que este pueblo santo castigado por su Dios, cuando ya había sido suficientemente criminal para ahorrarse un solo hombre dedicado al anatema. No creeriamos que un pueblo tan abominable (los Judíos) hubiera podido existir sobre la faz de la Tierra. Pero como esta nación nos ha reportado todos sus actos en sus libros sagrados, es preceptivo creerlo".

(Volumen 1, página 158-159)
"Siempre supersticiosos, siempre ávidos por los bienes de los demás, siempre bárbaros, rampantes en la desgracia e insolentes en la prosperidad, eso es lo que los Judíos fueron a ojos de los Griegos y los Romanos, que pudieron leer sus libros".

(Volumen 1, página 186)
"¿No es claro (humanamente hablando, considerando sólo las causas secundarias) que si los Judíos, que esperaban la conquista del mundo, fueron casi siempre esclavizados, fue por su propia culpa? Y si los romanos dominaban, no fue porque lo merecían por su valentía y su prudencia? Pido humildemente perdón a los romanos por compararlos un solo momento con los Judíos".

(Volumen 1, página 226)
"Si los Ismaelitas (los Árabes) se parecen a los judíos por el entusiasmo y por la sed de pillaje, aquellos eran prodigiosamente superiores por el coraje, por la grandeza de ánimo, por la magnanimidad: su historia, fabulosa o verdadera, ya con anterioridad a Mahoma está llena de ejemplos de amistad semejantes a los que Grecia inventó en las fábulas de Peleo y de Orestes, de Teseo y de Pirithoo. La historia de Barmecida no es más que una serie de generosidades inauditas que elevan el ánimo. Estos rasgos caracterizan una nación.
No se ve, por el contrario, en todos los anales del pueblo hebreo, ninguna acción generosa. No conocía la hospitalidad, ni la liberalidad, ni la clemencia. Su soberana felicidad consistía en ejercer la usura con los extranjeros; y este espíritu de usura, principio de toda bajeza, está tan arraigado en sus corazones que es el objeto continuo de figuras que ellos emplean en la especie de elocuencia que les es propia (...). Ninguna cortesía, ninguna ciencia, ningún arte ha sido perfeccionado en ningún tiempo en está nación atroz. Sin embargo, a partir del segundo siglo de la Hégira, los árabes se convirtieron en los preceptores de Europa en las ciencias y en las artes"

(Volumen 2, página 83)
"Si Dios hubiera escuchado todas las oraciones de su pueblo, sólo existirían los judíos en la tierra; porque odiaban a todas las naciones, y por contrapartida eran odiados; y constantemente pidiendo a Dios que exterminara a todos los que odiaban, parecían pedir la ruina de toda la tierra. "

(Volumen 1, página 197)
Fuente

1 comentario: