martes, 27 de noviembre de 2012

La economía alemana funciona porque las empresas no dependen de créditos bancarios




El fenómeno de ‘mittelstand’, un tipo de empresa industrial existente en los países de habla alemana, se basa en el negocio familiar y en las tradiciones patriarcales y parece ser un vivo reto a la época postindustrial.

Los economistas de todo el mundo conocen muy bien esta palabra y en la ciudad alemana de Bonn existe un centro de investigación que se encarga exclusivamente de los problemas de las ‘mittelstand’.

‘Mittelstand’ se compone de dos palabras Mittel (medio, centro) y Stand (estado, nivel) y engloba a pequeñas y medianas empresas del país. Una empresa que tiene hasta 30 empleados, se ubica en una minúscula oficina y, sin embargo, es una marca reconocida a nivel mundial, es precisamente ‘mittelstand’.     
    
Se evita el uso de las nanotecnologías y de las avanzadas tecnologías informativas; a excepción de Internet, a la que se recurre para mantener el contacto con los clientes. Las empresas de ‘mittelstand’ reúnen en un 99% los requisitos de la época industrial clásica, pero facilitan lugares de trabajo a más del 60% de la población activa de Alemania.

Los expertos europeos y estadounidenses creen que, además de asegurar el liderazgo de la economía alemana, cada ‘mittelstand’ preserva del colapso a todo el sistema financiero comunitario.

De modo que no es casual la intensa atención hacia la ‘mittelstand’, oasis de la seguridad en el océano de la crisis mundial, mostrada por parte de Estados Unidos.

El fenómeno de ‘mittelstand’ se basa en el negocio familiar y en las tradiciones patriarcales, y parece ser un vivo reto a la época postindustrial. Para empezar, la pequeña y mediana empresa alemana, aun manteniendo sueldos altos, no abre centros productivos en el extranjero a pesar de disponer de los fondos necesarios.

En nuestra época del “préstamo fácil”, los representantes del ‘mittelstand’, incluso las empresas más importantes, se empeñan en no caer en las redes de los organismos crediticios. “No tengo ningún préstamo bancario. Ése es el rasgo característico del mittelstand”, asegura una de las empresarias.


“Lo que buscan es fomentar su independencia de los bancos y los organismos internacionales”, explica uno de los expertos del centro de investigación de Bonn.


El concepto ‘mittelstand’ engloba empresas que cuentan con hasta 500 empleados y cuyas ventas anuales no superan los 50 millones de euros. Actualmente, los fabricantes del sector están ampliando sus mercados en China y los países de Asia y América Latina.

En su trato a los clientes, tanto los antiguos como los recién adquiridos, siempre se observan unas estrictas reglas. En primer lugar, la sensatez que está por encima de otros factores, incluso los ingresos. Se prioriza la estabilidad, no el crecimiento: es más importante poder dejar a los herederos una empresa bien establecida.

Muchos alemanes ven las raíces de la actual crisis financiera en la tan extendida incapacidad de renunciar a los beneficios junto con los riesgos que conllevan a favor de la estabilidad y de un mercado equilibrado.

Un representante típico de ‘mittelstand’ nunca aceptará que un cliente aspire a más de un 10% de todo el volumen de ventas. Si uno pide más, recibirá una negativa cortés. Y esta actitud parece ser muy justificada: durante la crisis numerosos mayoristas han quebrado, pero la reducción de las ventas en un 10% no afectó mucho a los fabricantes.

Sin embargo, los representantes de ‘mittelstand’ se muestran preocupados por el debilitamiento del euro, que se está volviendo ya peligroso, dado que la introducción de la moneda única ha sido y sigue siendo un bien indudable para Alemania. El sector aprecia enormemente la velocidad de las entregas, para lo cual se necesita un mercado común libre de las fluctuaciones de las monedas nacionales.

Según las encuestas de la Federación de la Industria Alemana, más de la mitad de los fabricantes del sector califica la situación de su negocio a lo largo de este año como buena o muy buena. Tan sólo un 8% la evaluó de manera negativa. No obstante, los pronósticos para el año que viene no son tan prometedores: el 14% de los encuestados ofrece una visión pesimista y el 38% sigue siendo optimista.

Rusia y Alemania están interesadas en igual medida en desarrollar la cooperación directa y a largo plazo entre las empresas del ‘mittelstand’ y los consumidores rusos, así como entre pequeñas y medianas empresas de ambos países. El foro ‘Diálogo en San Petersburgo’ celebrado recientemente podría convertirse en un terreno importante –pero no el único- para la promoción de los contactos comerciales y la formación de una alianza bilateral.

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